El domigo agoniza, y yo me siento en el trono universal a leer el diario. Lo hojeo un poco, en busca de la típica columna que promete mucho y entrega poco, con dibujitos llenos de colores para disimular el fondo gris.
Como la vida, o no?
O como las personas... me pregunto que habría hecho cierto candidato presidencial en el caso de salir electo. Habría cambiado el sistema neoliberal? erradicado la pobreza en un abrir y cerrar de ojos? con qué cara?
Y es cosa de mirar para el lado para darse cuenta de que hombres así son una plaga. Evo Morales. Muchas promesas, perspectivas de revolución, se viene el cambio, y llegará la justicia. Cumplirá?
Ah! Si, lo sé! Soy un hombre de ciencia, no un hombre de fe!
Ahí radica la diferencia.
Es que es tan fácil hacer promesas. Las palabras van y vienen, y casi siempre terminan mutiladas por el viento de los tiempos.
Yap... mejor no sigo con asuntos de política. En la mesa, hablar de ellos o de sexo siempre es cosa de mal gusto.
Claro que ahora no estoy en la mesa.
Y siempre está la contradicción. Las palabras pueden ser tan ligeras como una pluma, pero tienen el poder de cambiar vidas. "Señor, usted tiene VIH" "Su padre ha fallecido" "Aprobaste con la mejor nota" "Estás embarazada" "No aguanto más. Lo nuestro terminó, y debo partir" "Te amo" "Es el momento adecuado" "Victoria... al fin"
Una verdadera espada de doble filo.
Sunday, March 26, 2006
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