Ideas al fondo del abismo (version 1.2)

El hombre estaba sentado. Sentado estaba el hombre.

La cosa es que el hombre sentado estaba, y de pronto se le apareció un amigo.

- Hombre, amigo, tanto tiempo, que gusto verte!

Pero el hombre que sentado estaba no dijo nada. Solo lo miró impasible con una mirada desolada, de ésas que lanzamos cuando algo no está bien.

El amigo aparecido guardó silencio. Borró la sonrisa de su rostro y comenzó a ponerse serio.

Se puso serio este amigo y

- Hombre, amigo, qué pasa?

Entonces el sentado hombre estaba lo volvió a mirar. Luego miró el pasto, el cielo, y se perdió un rato dentro de un riachuelo. Al final dijo "qué diablos!" y comenzó a contar su historia.

- Amigo aparecido: resulta que tengo un problema. Tengo esta sensación que no me deja tranquilo. No sé si es la falta de sueño o el hambre, pero me siento mal. No es un malestar físico, no no no, es otro mi problema. Tiene que ver con las mujeres, que cada día que pasa las odio más y más. Su forma de pensar, el cómo se aprobleman por cualquier estupidez, sus formas de ser, todo, todo, lo odio, y mientras más las conozco, más las odio.

- Pero como dices eso, amigo sentado?! Acaso no fue una mujer la que te crió? Acaso no fue de una mujer de quién te enamoraste? Acaso no les debes tanto?

- Es por eso, justamente, que me siento mal. En el fondo, quiero creer que lo que siento es mentira. Pero no puedo evitarlo: ya no las soporto. No me queda paciencia. Aunque todas lo desmientan, son todas iguales.

- Todas iguales? Estás seguro?

- Si, amigo aparecido, son todas iguales. A lo mejor varían un poco, pero en el fondo todas son capaces de crear tormentas en vasos con agua, de ser prepotentes y egocéntricas, competidoras desleales y seres desconfiados. Rumiadoras de ideas, se repiten y se repiten como enfermas, como animales que se fortalecen al restregarle su ego al resto. Cada vez que una me mira o me conversa, siento que ella cree estar en un sitial más alto, que tiene el derecho de reirse y creerse mejor en un submundo de su propia autoría. No sabe lo equivocada que está, si tan sólo yo...

- Si tan sólo qué?

- Si tan sólo fuera la mitad de monstruoso que ellas, entonces podría encararlas tranquilo. Si volviera a ser el lobo solitario que era antes, entonces podría vivir fuera de esta manada de mierda.

- Hombre sentado, eres valiente, pero a la vez estúpido. Mi único consejo antes de que partas a tu aventura, es que lo pienses una, otra y otra vez. Y si aún así no es suficiente, te encomiendo a los dioses de la fortuna para que tu final no sea una tragedia teñida en soledad.

Entonces el sentado hombre se paró, se enjuagó las lágrimas y comenzó un viaje sin retorno.

Disparo.

El amigo aparecido, en tanto, se sacó la máscara, dejó caer un pelo liso, largo y brillante, y lanzó el arma al río.