This lonely view

Lentamente voy resolviendo misterios, uno tras otro. Por ejemplo, antes no entendía por qué estúpida razón la televisión es tan aburrida durante los fines de semana. Dan programas aburridos, películas añosas, carteleras rancias y chistes repetidos...

Ahora lo entiendo. No vale la pena poner buena programacion en un horario televisivamente muerto. Las familias se dedican a pasear o a tener grandes almuerzos, los niños salen a la calle a jugar, los enamorados invaden las plazas, ocurren viajes, charlas, visitas, la juventud se prepara para la vida nocturna... la gente dedica sus fines de semana a respirar un poco, a mirarse las caras para comprobar si todo sigue ahí, o algo así, no sé, da igual.

La cosa es que no hay nadie (o muy pocos) dispuestos a perderse la vida por una cajita.

Hablando de misterios, hace poco resolví uno muy antiguo: cada vez que caminaba por la calle, sentía el molesto ruido de las monedas que llevaba en mi pantalón. Era como si le gritaran al mundo: "hey! estamos aquí! este cabro está lleno de plata! pídanle limosna! asaltenlo!". Entonces yo sacaba las monedas del bolsillo derecho y las colocaba en el izquierdo, y el sonido desaparecía.

¿Magia? ¿física cuántica? ¿biología molecular?

Pasaron muchos años y yo buscaba la razón científica detrás de todo eso. En una, me puse a revisar mis pantalones. A lo mejor había una almohadilla secreta en el bolsillo, o había una costura mágica que se comía el ruido, no sé.

También me puse a analizar mi forma de caminar. "A lo mejor me apoyo con mas fuerza en el pie derecho, por eso las monedas suenan más en ese lado". Probé distintas técnica de caminata: lentas, rápidas, con las puntas, con los talones, con zapatos, con zapatillas...

Pero en uno de estos días me llegó la iluminación:

"Ahh... verdad que soy sordo del oído izquierdo".

Plop!

El sonido nunca se fue.